EL ACEITE DE ARGAN
El aceite de argán proviene de las semillas del árbol del argán, llamado científicamente Argania spinosa. Se trata de una especie arbórea, perteneciente a la familia de las Sapotáceas, que se distribuye por la zona suroeste de Marruecos. El árbol del argán es un vestigio de la Era Terciaria, en la que dominó un clima cálido y húmedo que fue cambiando con diversos periodos de enfriamiento hasta llegar al clima que tenemos actualmente. Es por ello, que esta especie está declarada como Patrimonio Universal por la UNESCO desde 1998.
El árbol del argán se reconoce muy fácilmente, ya que presenta una copa muy amplia y redondeada, con un tronco nudoso y corto. Además se caracteriza por la presencia de diversas adaptaciones para poder sobrevivir en la época estival, como son la presencia de espinas en las ramas, hojas adaptadas a la pérdida de agua y raíces muy profundas, capaces de retener y captar agua de zonas del subsuelo.
En cuanto a los frutos son carnosos y con la forma de una aceituna, solo que de gran tamaño. Dentro de ellos encontramos una almendra muy dura que protege una, dos o tres semillas, de las cuales se extraen el tan preciado aceite. Dicho aceite puede ser alimentario o cosmético, y la diferencia entre uno u otro se debe básicamente en la forma de extraerlo. Para el primer caso, hay que tostar las semillas sacadas de la almendra, a continuación se muelen y, finalmente, se prensan para obtener el aceite. Sin embargo, en el caso del aceite cosmético, las semillas no se tuestan y el prensado se hace en frío para que conserve todas sus propiedades, por lo que no tiene el olor característico de avellana, como ocurre con el aceite alimenticio, y el color es más tenue.
El aceite de argán ya era conocido antiguamente por los pueblos bereberes, quienes lo usaban tanto en alimentación, como de forma tópica debido a sus propiedades cosméticas. Así pues, siguiendo con la tradición, actualmente aunque no es típico tener este aceite en nuestras cocinas, si que lo es untarlo sobre nuestra piel, ¡y es que los beneficios que posee este oro líquido son muchos!
Para empezar, tiene un alto contenido en ácidos grasos esenciales, los cuales nuestro organismo no es capaz de generar a pesar de la importancia que tienen para su buen funcionamiento. Estos ácidos grasos tienen un papel importante en la regeneración de los tejidos, por lo que ayudan a atenuar cicatrices y arrugas, además de dar firmeza y suavidad a la piel. Además, el aceite de argán es uno de los que tiene un mayor contenido en vitamina E, por lo que actúa contra los radicales libres que son unos de los principales causantes de la pérdida de elasticidad en la piel. Por otra parte, esta vitamina también va a ayudar a oxigenar la piel, lo cual favorece la restauración de la capa hidrolipídica. Todo ello se traduce en una piel más elástica, suave y luminosa. ¡Y todo esto por no hablar de la gran hidratación que nos aporta! Por otro lado, es interesante su uso en pieles con acné, pues el aceite de argán no obstruye los poros y, como hemos dicho anteriormente, ayuda a regenerar los tejidos y, por tanto, las marcas en la piel. Y por si todo esto fuera poco… el aceite de argán también es muy recomendado para tratar las uñas quebradizas y algunos problemas capilares, pues endurece el cabello, lo nutre y le devuelve su brillo natural.
¿A que es increible el poder que puede tener algo tan natural como el Aceite de Argán?
En Nabs cosmética natural puedes encontrar varios productos en los que la base principal es este oro líquido. Empezando por el aceite puro de argán o la crema de manos de argán, y continuando con productos enriquecidos además con otras sustancias, como pueden ser la crema facial de argán, la cual está enriquecida con los Omegas 3 y 6, o el jabón artesano del mar muerto, con alto contenido en sales de magnesio